Lleva más de media hora sentada sobre la tibia arena, a escasos metros del mar. Algunos resquicios de olas llegan cada tanto hacia sus pies, humedeciéndolos. Suspira, totalmente ensimismada en si misma, hasta aburrida, podría decirse. Está demasiado sola allí, o al menos eso siente en ese momento. Tal vez media hora después se olvide del tema, y vuelva a ser ella, echa y derecha.
-Maldito día -masculla entre dientes, hablando consigo misma mientras su vista se pierde en el eterno horizonte que se erige delante de ella.